A veces, hay cosas que aunque para los demás no sean importantes, para una misma son un antes y un después en nuestras vidas: para mí, uno de estos acontecimientos fue ganar el premio MAI.
En ese momento te preguntas qué habrán visto en ti para hacerte merecedora de él; pero luego, al recapacitar, te das cuenta de que, en realidad, es lo que muchos han querido o quieren siempre: que se valore el esfuerzo y que los alumnos dejen de ser solo números.
Muchas veces la vida te pone ante situaciones difíciles en las que las obligaciones e ilusiones típicas de niños pasan a ser mucho más difíciles y, lo que para otros sería algo justo o insuficiente, para nosotros es un objetivo ganado.
Así que te quedas con la moraleja de que hagas lo que hagas tienes que estar seguro de haber dado lo mejor de ti y que no quede la mínima duda de que el resultado es tuyo y debes estar orgulloso de él, sea el que sea. Y todo esto lo aprendes cuando te das cuentas de que, si todos valorásemos un poco más el trabajo de los demás, podríamos dar más de sí. Pero eso es muy difícil, no todos pensamos igual.
Así que ganar el premio Mai no solo fue tener un obsequio en reconocimiento de mi esfuerzo sino que fueron un conjunto de experiencias y reflexiones que tendrán repercusiones en mi futuro personal y profesional.
No me queda más que agradecer a todos los responsables de que haya momentos así de maravillosos y decir que: “Yo también soy una MAI”